miércoles, 3 de agosto de 2011

Bala perdida (o el cabrón destino)

¡Carajo!, ¿Hasta donde van a llegar estos cabrones?, ¿Cómo es posible que se haya degradado tanto este noble y bello oficio?, dónde ha quedado la sen-si-bi-li-dad, la sutileza, el pinche arte que tanto nos esforzamos en crear algunos cuantos integrantes de la vieja guardia, me cae que ya no hay respeto… lamiéndose los bigotes, el ex comandante Arnulfo caminaba con la cabeza agachada y el cejo fruncido mientras el eco de los tacones de sus botas resonaban en la calle, en su mano derecha apretaba un ejemplar de un diario sensacionalista, el cual parecía estrangular entre la fuerza y el sudor; el ex comandante acababa de leer la noticia de otra balacera entre militares y gente del narco, en la que habían asesinado por lo menos a tres del bando de los malos y uno de parte de la milicia, pero al “jefe” de la organización le hicieron lo que el “viento a Juárez”.


Arnulfo Montañez era un ex integrante de la desaparecida policía judicial, tuvo que aceptar su baja por motivos de “salud” según decía el expediente, pero la verdad es que lo vinieron corriendo al igual que a muchos de sus compañeros cuando el gobierno realizó lo que él llamaba “la gran mamada” de “transformar” a la policía judicial en flamante policía ministerial, y cada vez que repetía la frase anterior en alguna cantina o pulquería donde asistía para ver a “sus informantes”, se regodeaba y burlaba pendejeando a los “nuevos” ministeriales que según su punto de vista, eran una bola de pinches putos corruptos al servicio de un marrano más corrupto, en pocas palabras, Arnulfo Montañéz estaba muy resentido, por que sencillamente otros harían los mismos trabajos que ellos antes hacían pero, ahora con impresionantes desplegados en los periódicos y reportajes televisivos que se asemejaban a las series policiacas gringas, donde “a huevo” siempre gana la ley.

El comandante Arnulfo perteneció a esa vieja generación de policías judiciales, que apodaban “judas”, no había terminado la primaria y un cuñado esporádico que trabajaba en la procuraduría al que le decían “el lic” lo había metido a trabajar de policía. El mentado “lic” no era licenciado, solo estuvo un año en la carrera de Derecho, pero sus afinidades políticas le habían permitido “subir” rápidamente, eso y algunos otros encargos que supo realizar muy bien para la gente de más arriba; obviamente eso fue en aquellos tiempos pasados, situación que hoy en pleno año 2011, no se podría suscitar, ni siquiera imaginar que alguien consiguiera trabajo en el gobierno por medio de compadrazgos o “canillazos” como pago de favores recibidos.

El hecho es que cuando el “lic” le propone a su cuñado Arnulfo meterse de policía, éste lo primero que le contestó fue:
–pero cuñadito, mi “lic” pos yo no se nada de eso, nunca he tenido una pistola en mis manos, es más ni siquiera se agarrarme a madrazos-
¡Ah que pinche Arnulfo!, tú no tengas miedo cabrón, mira lo único que necesitas para estar ahí es tener unos pinches huevotes y hacerte de la vista gorda cuando te lo ordenen los mandos superiores, eso es todo, y pa que te vayas haciendo hombrecito chingate otro tequila y ahorita te voy a convidar de una maravilla “en polvo” que sirve para quitarse de chingaderas y sentimientos de culpa, ya verás en cuanto la pruebes ¡vas a asentirte superman cabrón! Y dicho y hecho, así como lo había prometido el “lic”, en cuanto se acabó el trago de tequila sustrajo de la bolsa de su chaqueta de cuadros, un pequeño envoltorio que vació encima de la misma barra de la cantina donde se encontraban, luego el “lic” formo dos rayitas que parecían como “maicena” según dijo Arnulfo, para luego sorberla por la fosa nasal por medio de un billete de dólar enrollado, “que por que con los dólares sabía mas buena” y ahí va el futuro comandante a forjar su destino en bien de su patria y de su querido México Distrito Federal.

Ya luego que Arnulfo formó parte de la policía judicial, se enteró que era ese “polvito blanco” que había probado por primera vez con su ahora ex cuñado, quien meses después de haberlo metido a la policía, había “desaparecido”, nadie supo mas del “lic”, de hecho hasta en la misma procu, tenían prohibido hablar de ese tema “quesque” por que se había querido ir largo con sus atribuciones y tuvieron que castigarlo cambiándolo “de plaza”, pero al más allá.

Desde entonces Arnulfo Montañez siempre anduvo bien aprevenido con su envoltorio de “caspa del diablo” la cual usaba según ameritaba la ocasión. Pero lo que ahora traía encabronado al viejo ex comandante, era que cuando lo corrieron a él y a su grupo de agentes “especiales” muchos de sus subordinados al verse sin empleo, no les quedó otra que unirse al bando contrario, o sea siguieron en las mismas actividades pero ya no portaban placa de autoridad, mientras que el comandante Arnulfo, se había convertido en una especie de matón, detective privado, extorsionador independiente y en sus delirios y trastornos decía que era “agente encubierto” bajo las ordenes del ex presidente Fox y que las instalaciones de “inteligencia” se encontraban en los sótanos del Centro Fox, que en realidad era una mera pantalla de toda la estructura que controlaba al país, desde donde, según el desquiciado Arnulfo, se manejaban las finanzas nacionales y los contratos internacionales de trasiego de droga y armas en toda Latinoamérica y la parte norte de Europa, eso si, mediante reuniones muy bien organizadas de políticos de todas las tallas y todos los colores, sin faltar los capos que ahí eran “señores empresarios” que disponían de recursos ilimitados para sus maniobras del “bien común”.

Esto último Arnulfo lo repetía constantemente durante sus largas borracheras y la verdad ya no impresionaba a nadie, lo tildaban de “loco” y no faltaba quien le invitara un trago al comandante.

Pero ese día, muy temprano Arnulfo había ido a comprar el diario en uno de los cruceros que le quedaba cerca del cuarto de vecindad donde vivía, y cuando vio en la primera plana la foto del enfrentamiento de la noche anterior empezó a encolerizarse de una manera en que jamás lo había hecho, ya que uno de los criminales que había sido asesinado, era a su vez “un encargo” que a él le habían dado, las ordenes que había recibido era que buscará al “chancro” lo sometiera y le sacara la sopa referente al “jefe”, “el chancro” valía mas con vida por que era uno de los enlaces del colaborador, del asistente, del encargado del secretario particular del jefe de propaganda del que estaban apoyando para la presidencial, por lo mismo “el chancro” se disimulaba muy bien como vato de barrio bravo, pero en realidad tenía dos maestrías una en comercio internacional y otra en mercadotecnia, además de que hablaba tres idiomas y gustaba de realizar orgías abundantes de alcohol, droga y mucho macho, por que tenía ese defectito, era puñalón, pero lo disimulaba muy bien y se había ganado la confianza del “jefe”, total que de todas formas ya estaba muerto, y el comandante Arnulfo encabronado. Pinches perros, pensaba el ex comandante, si yo ya lo tenía bien checadito, ya sabía sus movimientos y sus gustos… Claro está que en la nota periodística no se mencionó el extenso currículo del “chancro” solo su nombre de pila, pues se leía en la nota: Uno de los narcos abatido por las balas de la milicia, respondía al nombre de Armando Videgaray Guzmán, de 35 años de edad, alias “el chancro” quien recibió mas de 9 impactos de bala en su pecho y rostro… los criminales –continúa la nota- fueron sorprendidos mientras sacaban un cadáver de una casa de seguridad en la colonia… y subían el cuerpo sin vida a una camioneta Lincoln en color negra, en ese momento “se recibió una llamada anónima” reportando el hecho ante las autoridades y los militares hicieron acto de presencia para ubicar la camioneta y tras solicitar a los ocupantes que descendieran, éstos abrieron fuego contra los soldados, quienes repelieron la agresión y …. ¡Me lleva! Decía para sus adentros el ex comandante, estos desgraciados me están quitando la chamba… y mientras seguía con su monologo y la mirada clavada en el suelo, caminaba agitadamente, con la rabia en su interior, luego solo escuchó varias detonaciones y sintió el cuerpo caliente, todavía con el periódico en su mano, se tocó el pecho y sintió el liquido hemático derramándose sobre su ropa, parpadeó y todo se tornó oscuro y silencioso, muy apenas alcanzó a escuchar el ulular de las sirenas a una distancia que a él le pareció muy lejana… al día siguiente en el periódico se leía en la parte inferior de la primera plana: ¡BALA PERDIDA ALCANZÓ A INFELIZ BORRACHITO! Caminaba distraído mientras un comando armado se enfrentaba a balazos con integrantes de la policía ministerial de la ciudad de México, durante el intercambio de tiros, solo murió el infortunado indigente que caminaba por la avenida…