viernes, 1 de marzo de 2013

Peña Nieto, el vano intento de legitimación.

El presidente de México, Enrique Peña Nieto, es al día de hoy uno de los “personajes” que mayor presencia tiene en las redes sociales, su popularidad sin embargo no se debe a sus acciones de gobierno, sino mas bien a la dura crítica y sarcasmo del que es objeto por parte de numerosos usuarios; su imagen es reproducida en múltiples fotomontajes donde se le representa como un tonto en la silla presidencial y llevando al país al fondo del abismo…
La originalidad de algunas de las imágenes y la creatividad de los textos es diversa y ciertamente muy expresiva; miles de usuarios de las redes sociales, diariamente multiplican el mensaje de no aceptación hacía la figura de Peña Nieto. Es preciso comentar que intencionalmente bajo el sentido del humor que expresan dichos mensajes, en el fondo minimizan su envestidura y descalifican a su persona; pero con ello también se pierde el rumbo sobre el interés del análisis acerca de sus funciones y toma de decisiones; se critica su imagen, su persona; se satiriza su “matrimonio”, se cuestiona su inteligencia, se hacen burlas acerca de él y se desvía la atención sobre su verdadero proceder como Presidente de la República.
Los ciudadanos encuentran la fuga, el desahogo, mediante la caricaturización de la impotencia ante las circunstancias en las que el país se encuentra: gasolinazos, falta de empleo, violencia, crimen, asaltos, robos, corrupción… altos sueldos de funcionarios públicos, diputados, senadores, gobernadores que asfixian al pueblo con discursos y programas estériles; la incertidumbre se convierte en una constante con la que las personas conviven día con día y la falta de confiabilidad hacía su presidente es evidente.
Peña Nieto no logra legitimarse como ese líder de aparador que vendieron en la campaña, como ese político joven que prometía grandes cambios, como esa figura de renovación que su partido proponía. Se le ve como al títere más bonito del titiritero menos popular; rodeado de la misma gente, de las mismas ambiciones, de las mismas ideas disfrazadas de novedad.
Peña Nieto gastó su imagen, ya no le encuentran virtudes porque las que se le habían inventado ya caducaron; por ello la gente recurre a la critica, a la burla, al menosprecio; porque no encuentran el sentido del cambio propuesto de un presidente hecho a la de “a huevo”, Peña Nieto es Presidente, porque tenía que ser presidente, no porque debiera serlo.
El encarcelamiento de la maestra Elba Esther, no logró el impacto deseado, si bien consiguió la distracción (al igual que la renuncia del Papa y la violencia en los partidos de futbol) dejó en claro que el mensaje no iba dirigido a su posicionamiento público sino político y estructural, hoy el nuevo líder del SNTE acepta la reforma educativa, mientras la ex lideresa tiene tiempo para reflexionar sobre la traición y el juego de poderes.
El presidente Peña Nieto es el personaje, mas no el líder que México esperaba.

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