sábado, 5 de marzo de 2011

PRESUNTO CULPABLE



El documental –que a estas alturas, confío en que aún siga en exhibición para beneplácito de los mexicanos- ofrece una voz demasiado grave sobre el sistema penal y judicial de nuestro país; la polémica que desata sin lugar a dudas va más allá del hecho de la denuncia certera, pues se convierte en la súplica generalizada de la sociedad que pide justicia.

El desarrollo del filme va poco a poco filtrándose en la piel del espectador hasta el punto en el que se siente la angustia ajena y el coraje de la impotencia ante una realidad impactante e inverosímil.
Aquel ciudadano que observando la película solo atine a comentar que “eso es algo que ha pasado siempre y está cabrón que cambie” sin lugar a dudas está demasiado infectado del virus de pesimismo característico del mexicano y también es una señal inequívoca de que urgen cambios.

Presunto Culpable nos muestra en el formato de documental una historia que por su inesperado final, se creería por un momento que se tratase de una película comercial, pero ¡no es así! Es una historia real, sin actores, sin maquillaje, sin actuaciones especiales aunque destaquen por su peso en la cinta, el juez al que le temblaban los cachetes, la mujer del ministerio público por su cinismo digno de una mentada de madre y por supuesto, el arrojo del abogado defensor quien “se la rifó” por un caso que se prestaba al olvido.

Los detalles técnicos, lo que está detrás de la realización de la obra, quienes colaboran, con que medios se produce y todo lo demás, hoy se ven rebasados gracias a la aceptación del público que urgía de ver en la pantalla aquellas cosas que soporta día con día y que sin otra alternativa tiene que callar ante la falta de respuesta de las autoridades.

Presunto Culpable, es cómplice directo del asco de la sociedad ante casos que como éste, sobrepasan la realidad y rozan las partes íntimas de la fantasía. Presunto Culpable es una muestra de lo que la gente hoy quiere ver en los medios de comunicación, simple, directo sin concesiones ni héroes, sin esferas de cortesanos alabando al rey, simplemente comunicando un mensaje de crítica y de esperanza basada en hechos reales.

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