lunes, 31 de enero de 2011

Rutas de escape



Todos, sin lugar a dudas, en un momento dado de nuestras vidas, hemos practicado la llamativa profesión de escapista; en mayor o menor grado, hemos logrado salir avante, extirparnos de una situación, huir de un espacio real o imaginario, lo hemos hecho.

Huir, partir, fugarse, evadirse, retirarse, alejarse… ya no estar en el mismo sitio, lugar o presencia de una manera rápida, sea ésta de manera violenta o persuasiva, por convicción o necesidad, por voluntad propia o ajena, sea cual fuere el motivo, circunstancia o razón, el hecho de la acción, lleva siempre al mismo sitio a donde acuden todos los que escapan, al ensimismamiento. Por que luego de escapar, siempre quedará la quejumbrosa voz de la conciencia, de la que seguramente muy pocos escapan, excepto por aquellos limitados de sus facultades mentales o los muertos, sobre éstos últimos quedan las dudas, sobre todo por aquello de su limitada y aún no comprobada capacidad de comunicación con los vivos.

De dónde surgen las ideas para un escape, cómo se traza una ruta, creo yo, algunas fluyen de manera involuntaria tal y como sucede con las cosas viejas que se desechan, o los espacios que se usaron y huyen a otra parte de nuestra conciencia y de su propia esencia hacía un lugar incomprensible, invisible a los ojos humanos… hasta que sin darnos cuenta, ya no están. Igual nos pasa con las personas, huyen de nosotros y viceversa, a veces el juego es complicado y el rol se cambia sin percibirlo (el que escapa y de quien se escapa) lo más paradójico es convertirnos en perseguidores de nuestro propio escape, como suele suceder algunas veces, como ya he dicho, sin darnos cuenta. Ahí tenemos a los secuestrados que logran escapar de su cautiverio sea por que pagaron rescate de ellos o por que a sus captores no les parecía provechoso el mantenerlos encerrados (de los que logran escapar por la vía del asesinato, no nos ocuparemos por que como ya hemos mencionado, no se tiene registro de que hayan concedido alguna entrevista luego de muertos) luego estas víctimas persiguen incansablemente los hechos de su cautiverio, solo ellos saben con que fin y cuando menos lo piensan ya están otra vez presos. Igual sucede con las personas afectas a cualquier adicción, sexo, drogas, comida, dinero y otras tantas diabluras que luego de placenteras se tornan insoportablemente tortuosas, cuando el adicto logra escapar después de ciertas piruetas psicológicas, se encuentra entonces atrapado por su estado de conciencia donde busca incansablemente una ocupación mental que le permita seguir libre de aquella espiral de consecuencias, entonces nuevamente está atrapado, ahora por la obsesión de no regresar a los mismos patrones de conducta.

Los políticos no escapan, se esconden, luego se “reinventan” y se vuelven héroes. Los artistas tampoco escapan, son presos de sus obras –malas o deslumbrantes da igual, están atados- y de la apreciación de su público, de quien tampoco pueden huir, son adictos igual que los políticos, a los aplausos; viven del reconocimiento, de la osadía de sus obras.

Usted, ¿Cuántas veces ha escapado?, ¿sigue atrapado? ¿Cómo sabe que ya escapó? ¿Aún no se da cuenta que está preso?

Lo mas seguro es que al final de este texto, se quede con la vaga sensación de haber perdido el tiempo al estarlo leyendo, pero entonces podré asegurarle que por unos momentos, fue preso
de su curiosidad y si es inteligente, cuando concluya la lectura podrá estar seguro que ya es libre.
Aquí es donde usted puede decir:
escapé.

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